viernes, 10 de julio de 2009

Instinto Educacional

Sobrevuela esta ventana una libélula para dejar en la cabeza de uno un "instinto maternal". Busca uno dentro de su piel esas sensaciones que ya conoce su cuerpo.
Uno no ha tenido ocasión de sentir eso de la paternidad y mucho menos el instinto maternal. Lo más cercano ha sido ese "eso no se hace, cuidado con aquello..." que le sale a uno cuando andan cerca los sobrinos. Frustrante. Pero siente uno el cariño, ganas de proteger esas pequeñas alegrías que iluminan a uno cuando se acercan y lo estresan cuando se quedan.
Tienen destreza los niños en despertar el carácter uraño y solitario de uno. Supongo que esa necesidad de carácter que llamamos inteligencia anula el supuesto instinto.
Ahora ve este individuo cúanto confundido estaba por sentir que reaccionaba mediante impulsos corazonales, siendo el raciocinio el que dirige en estos determinados momentos, posiblemente la mayoría. Este que parecía vivir siguiendo un "conocimiento sensible hiper desarrollado" minusválido e incapacitado para guíar a este uno por los senderos habituales. No acierta este uno ni a otearlos cuando los está pisando.
Se me antoja como verdadera cuestión en la reflexión la de si el ser humano es capaz de discernir entre instintos y "necesidades educacionales". No incluyo en este grupo el racionamiento, por obsoleto total, dónde se ha visto que un uno sea igual a otro uno, ¿semejante mentira para poder encontrar a dos?, esto es el mayor invento del ser humano. Mejor que el de la rueda incluso.
Anda uno también errado en estas guisas, confundiendo matrimonios con contratos, con ataduras, con velos, con vestidos y banquetes. Confundiendo suma de vidas con resta de proyectos individuales, tirando uno de un carro hacia un no se sabe dónde en el que lo único que se encontrará, seguro, son los pies de uno.
Y es que confunde este uno sueños con ataduras, flores con lazos, abrazos de estropajo. Eso de buscar una mujer urna en la que introducir unos niños que no me salen, ese mezclar de códigos para que nazcan evolucionados. Hay algo de egoísmo en uno cuando sueña tener hijos, crece en progresión geométrica cuando piensa uno en tenerlos.
Algunos días nace internamente esa necesidad de ser padre, ese explotar dentro tan placentero. Necesidad que acaba con el gusto.
¿No es este texto algo innecesario? Tanta reflexión para algo que nos sale de los cojones, para algo que nos viene dado, para algo que aparece de forma natural, tan desde tantos años.
Sobrevivo, que no es poco...

4 comentarios:

José Prades dijo...

Le ha costado a uno varios días encontrar incoherencias suficientes como para poder publicar este texto. Menudo ladrillo.
Ahora ya puedo verme orgulloso, luciendo traje de mono color albañil...

Urlanda dijo...

El entorno muchas veces nos vuelve susceptibles, y sin darnos cuenta adoptamos tendencias y formas de vida que al cabo de un tiempo, no nos satisfacen. Mi concepción de maternidad y paternidad no es como una necesidad, mucho menos un instinto de reproducción de la especie, sino, la libre decisión y consiente elección de dar vida. Un hijo no es solo la continuidad y descendencia de la estirpe. Y una mujer no solo es urna ni incubadora que hace germinar semillas, la continuidad de la vida no se entiende con los genitales.

Concibe en la mente a tu hijo y nácelo en tu corazón, deséalo, anhélalo como carne de tu vida.., y el, encontrara el vientre que lo haga nacer por amor.

Puede sonar cursi esto que te digo, pero es como lo entiendo y puedo explicarlo, toma de mis palabras lo que te sirva.

José Prades dijo...

Hubo en la mente de uno un hijo que hubiese nacido desde el amor.
Supongo que se anhela tanto como para dejar nacer el amor en las entrañas de uno.
Siento cuando copulo que tengo que frenar un "no sé qué" que me impulsa a quedarme dentro.
La continuidad de la vida no se entiende con los genitales, sólo se hace desde ellos.

Lidia dijo...

Madre mía. Brillante. Exactamente eso. Y hay muchos que se obstinan en que los términos no han de confundirse.
Pues sí, se confunden anhelos, instintos, razones o deberes morales, se confunden destinos, caminos, divagaciones y pensamientos.
Se confunden sentimientos con emociones.

La educación que hemos recibido se nutre de polos. Búscate dentro de esas distancias, aunque sólo seas tú quien te veas a ti mismo y haya pocos que te escuchen y te entiendan.

Un beso enorme, Nemes.